Trinidad aún se sacude la resaca de los carnavales, término que de no ser por el empeño de los moradores por defender a mansalva las fiestas de San Juan y San Pedro, y hacer malabares para mantener en pie las comparsas, se convertiría en otro de los eufemismos del terruño.
¿Para qué aburrir con la misma cantaleta de si los carnavales hoy son sinónimo de saqueo para los bolsillos del ciudadano de a pie; de si Trinidad lejos de mostrar un rostro propio del jolgorio muestra sus calles tal cual lucen el resto del año; de si todo se resuelve con distribuir puntos para la venta de cerveza o levantar timbiriches para los alimentos? Al final todas las respuestas caerían en el mismo saco. Sería llover sobre lo mojado.
Sin embargo, en medio del descontento tengo, al menos, un motivo para respirar aliviado. Sucedió el sábado, cuando un mar de niños celebró el Paseo Infantil Fantasías del Futuro, resultado de la imbricación de diferentes proyectos de la Casa de Cultura “Julio Cueva Díaz”, del territorio. Gracias al esfuerzo de los padres y trabajadores, los pequeños hicieron suyas las calles, y regalaron a la ciudad una mañana pintoresca, a golpe de tambores y pasos de conga, de quitrines y princesas… y dieron, tal vez sin saberlo, una lección de que a veces lo más importante son los esfuerzos unidos en las ganas de hacer.
Los infantes, ajenos al concepto de escasez de recursos, no precisaron más que el sonar de los cueros para levantar sus faroles de papel y empezar a bailar con maestría de profesionales e invitar a otros niños, a las madres, al visitante, al curioso… a sumarse al festín.
Bajaron por la calle Rosario, doblaron por el conocido Callejón del Teatro hasta llegar a Desengaño, en su encuentro con Jesús María, y terminaron en la plaza cultural del Parque Céspedes. Allí recitaron, cantaron, pregonaron, actuaron y bailaron otra vez para Trinidad, sin otra intención que recordarle a los más viejos qué era un carnaval infantil y regalar la experiencia a quienes, como yo, la desconocían.
Quizá sea este el inicio para despertar el adormecido espíritu de carnaval de esta villa, la tercera de Cuba, la Ciudad Museo del Mar Caribe, Patrimonio de la Humanidad… sí, pero también un lugar pródigo en tradiciones carnavalescas, que merecen despolvarse e imponerse ante la apatía o los facilismos de estos tiempos.
Resulta difícil imaginar cuánto pueden enseñar “los que saben querer”, como diría Martí. Tal vez ellos, con esa inocencia suya, no han aquilatado todavía cuánto representó ese paseo sabatino para la tierra donde nacieron. Ojalá a los decisores les haya llegado el mensaje que se escurrían entre el ritmo de los tambores: el de regalarle a Trinidad unos carnavales como merece el próximo año, al celebrar su 500 cumpleaños.
Es muy agradable saber que la Casa de Cultura, lugar donde trabajé sin penas ni glorias, se desentume y sacude el polvo. Ojalá los carnavales hubieran sido harina de otro costal. Un pueblo como Trinidad se lo merece. Pero me mantengo escéptico. Conozco el mostruo y sus entrañas…
Por otra parte, todos depositamos nuestras mejores esperanzas en las celebraciones del 500 aniversario. Pues bien, seamos optimistas. Reflexionando ligeramente sobre el asunto, salta una pregunta; no es mejor trabajar bien TODOS, sin esperar a celebraciones redondas? Tenemos que amarrarnos siempre a la triste justificación de la falta de recursos? Para los que defiendan la tesis de que el dinero es lo más importante y no la creatividad y la iniciativa, pues vean lo que pudo hacerse en el carnaval infantil trinitario.
Un abrazo del tamaño de la alegría, Carlitín! Siempre te quiero.
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Tampoco yo, Manuel, soy partidario de esperar a fechas puntuales para regalar al público aquello que debería ser constante. Claro, sé de sobra que no todos los años pueden destinarse la misma cantidad de recursos a las actividades, pero estoy en completo desacuerdo en justificar la carencia con el estandarte de los 500 años de fundación de esta villa que tanto queremos. A veces hay que prestar más atención a las iniciativas nacidas desde el pueblo, el principal protagonista de estas fiestas. Me alegra saber que todavía hay buenas ideas en función de “hacer más con menos”, por mucho sabor consigna que pueda tener la frase. Esperemos y sigan este ejemplo para las próximas ediciones de las fiestas sanjuaneras. Un abrazo.
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carlitos… creo que lo más puro que le queda al carnaval de santa clara es su carnaval infantil que todavía se mantiene y los niños lo esperan y participan cada año con muchísimo entusiasmo… si trinidad acoge una cosa así te aseguro que quizás lo otro te parezca todavía más sin sentido y artificial ante la naturalidad, desinterés y entrega de los niños… a dónde fue a parar el origami?… saludos…
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Bienvenido de regreso, Camarero. Un placer tenerte otra vez en la Isla nuestra de cada día. Esperemos y esta ciudad mí aproveche los frutos de tan buena iniciativa como punto de partida para terminar de una vez y por todas con el adormecido espíritu de carnaval que tiene.
El origami está en mi cuarto. Créeme, estoy a punto de ponerle un lacito rojo para el mal de ojo jejejeje. Saludos. Pasa por estas coordenadas más a menudo. Luego me llego por tu café.
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si le pones un lazo, que sea rojo jajaja… es una grulla, da buena suerte y prosperidad, eso es lo que pasa… jejeje…
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Claro, Camarero!!!! Ya te contaré de la suerte y la prosperidad cuando vea sus frutos… jejejeje
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Muy buena crónica, Carli. Espero, al igual que tú, que este sea un punto de partida.
Besos!
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Como dicen por ahí, por algo se empieza. Esperemos y este empezar sea para progresar y no naufrague… Un beso grande.
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Magnífica!!! Ojala sea desempolvar y florezcan ánimos donde quedan raíces…Recuerdo mi infancia; por las escuelas se hacía una especie de intención a lo que debe ser el carnaval infantil, Conchita Téllez fue promotora de esa actividad en el kindergate donde era maestra, aún vive Villa, la conserje, que pueda contarlo…y en la calle Jesús María, el Dr. Múñoz, con una comparsa memorable …y no habían tantos graduados en las escuelas de artes ni un ejercito de instructores en ese oficio.
Me sentí como si estuviera viviendo la alegría contagiosa de los niños, Gracias mil y el abrazo de siempre, Mayra.
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Cada año, Mayra, no son pocos los que recuerdan aquellas iniciativas de antaño, que tanta vida a la ciudad cuando llegaban los carnavales. Todo estaba en el ímpetu de los pobladores, punto medular para rescatar estas tradiciones tan nuestras en si de carnaval se trata. Ojalá y ese “ejército” que mencionas contaran a veces con el respaldo que necesitan y también nacieran de ellos mismos las ganas de hacer, aun en tiempos de carencias… Un beso y gracias siempre por llegarte a este espacio de martes.
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Muy bonito Carli , al parecer fue toda diversión pra nuestros niños, Un abrazo
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Los niños gozaron de lo lindo, Mayi, y el pueblo también. Tú sabes que el trinitario oye “un palo y una lata” y enseguida se desprende calle abajo. Un abrazote.
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Ese sábado debió ser muy especial por lo que nos cuentas, Carlos. Me alegra saber que Trinidad intentan rescatar esa tradición tan bonita que tenía y que contemos contigo para que nos la narres.
Un fuerte abrazo.
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Así fue, Roberto, un sábado muy especial. Yo no soy más que un mero jovencito que quiere mucho a la tierra donde nació, se alegra por cada uno de sus triunfos y, para mayor suerte, tiene una bitácora para compartir historias todos los martes con buenos amigos como usted, que disfrutan de estas experiencias. Un fuerte abrazo también para usted. Gracias.
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Carli. Buena, muy buena ,como siempre !!!!, ojalá todo poco a poco se vaya estabilizando en nuestra querida Trinidad, que el carnaval infantil renazca, y tenga un gran esplendor como lo fué entonces, por que los niños, como dijera Martí…..» Son la Esperanza del Mundo»
Besos Carlitin.!!!!!
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Este pueblo se lo merece, Hecti, aunque también es oportuno decir que también se precisa que ese mismo pueblo recuerde, o aprenda a vivir, en un ambiente de carnaval y no la confunda con simple días para emborracharse o salir de fiesta. Un besote.
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Madre mía, tremendos recuerdos me traen los carnavales, arrollar detrás de la comparsa, después ir un rato al parque a dar una vuelta por los punticos de comida, tomarme unas cervecitas. Qué recuerdos, Carlos. Gracias.
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Bueno, Yaima, le puedo decir que usted ha descrito justo lo que hice por estos días: arrollar, sentarnos en el parque a tomarnos unas cervecitas, bailar un rato y disfrutar de esas fiestas sanjuaneras.
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Me entusiasmo leer tu relato esta fantástico máxime cuando se recuperan tradiciones. Un abrazo Carlos
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También a mí me gusta ser portador de buenas noticias, maría, y más si se trata de rescatar ese patrimonio tan rico que tiene mi/nuestra Trinidad. Un beso y feliz semana.
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