Archivo de la etiqueta: dramáticas

El pas de deux y la añoranza

El pas de deux y la añoranzaNunca he visto ballet en un teatro. Puedo presumir de asistir a exposiciones de artes plásticas, obras dramáticas, conciertos dentro y fuera de Trinidad —aunque tal vez mi arsenal se enriqueciera si la villa donde nací recuperara sus perdidos bríos de epicentro cultural—-. También pudiera presumir de conversaciones con artistas o de cómo los portones decimonónicos de mi casa han recibido a más de uno.

Mas, si hablan de plié y relevé en el escenario, de la impecable ejecución de tal bailarina y de las ovaciones que arrancó al público con la maestría de su ejecución, mi boca enmudece.

Supe del ballet gracias a mi padre —dichoso él, que pudo ver a Alicia Alonso interpretando su última Gisselle y a las Cuatro Joyas en tiempos universitarios—. Al principio, confieso, aquellas piruetas no me resultaron tan elegantes y estilizadas como graciosas (inocencia e ignorancia infantiles, supongo), pero él me enseñó a admirar a través de ¡Bravo! o La danza eterna —programas de la Televisión Cubana— los valores de una obra del repertorio clásico o contemporáneo.

Desde entonces, mi único contacto con esas historias narradas a partir de la fineza y la sensibilidad ha sido a través de la pantalla —primero rusa (Orizon) y más tarde americana (Goldstar)— del televisor de casa. Esas funciones televisivas, las entrevistas a bailarines en espacios como Cubanos en primer plano o Con dos que se quieran junto a un espectáculo de Carlos Acosta en el cienfueguero teatro Tomás Terry han enraizado mi disfrute por el fascinante —aunque también complejo y efímero—universo del ballet.

Sin embargo, no sé qué se siente estar en un palco de los teatros capitalinos, a la expectativa de que los protagonistas salgan a escena; me falta el cosquilleo que mi padre aún experimenta cuando rememora sus días de espectador delirante.

Cuando el calendario marca la fecha del Festival Internacional de Ballet de La Habana regresa la añoranza por disfrutar, al menos, un pas de deux y la incertidumbre de si aclamaré a Viengsay Valdés o José Manuel Carreño cuando caiga el telón, pese a mi escaso dominio de la afrancesada terminología técnica o mi incapacidad para juzgar una actuación.

Para llenar el vacío sintonizo el Canal Educativo en estas noches y sucumbir así ante los espectáculos de la cita de invierno a la vez de alimentar mi contacto a distancia con la manifestación artística que cierto crítico inglés definiera como la más exquisita y cruel de todas, pero también dueña del encanto de trastocar la existencia misma con los primeros movimientos cuando empieza la función.