Con bombos pero sin platillos

Confieso: fui prejuiciado al carnaval de este año, con la idea de encontrarme una vez más carrozas poco felices, comparsas alegres pero no lo suficiente como la cuidad lo exige y un pueblo que, amén de poseer un espíritu fiestero inigualable, aprovecha la más mínima oportunidad puesta a su alcance para el esparcimiento, ante la ausencia de propuestas para alegrar los corazones en medio de los avatares cotidianos.

Para suerte mía, estaba equivocado, hasta la mitad. Las fiestas sanjuaneras del fin de semana recobraron parte del brío opacado en los últimos años. Al menos, los trajes de las comparsas animaban con su colorido y brillo las humedecidas arterias de la ciudad, después de una semana con lluvia persistente. El sonido de los tambores no cesó mientras la conga invitaba a “arrollar” tras ella con el toque de los cueros.

Volví a ver en las manos de algunos miembros de la agrupación de danzantes los casi extintos faroles, cuyo constante girar regalan al entorno carnavalesco un colorido particular que se funde con el encanto de las casonas coloniales, la risa de la gente y el rozar de los pies por las calles de piedras al compás de la contagiosa melodía de la clásica “Caminadora”, de Los Zafiros, una canción de reguetón, o la más inesperada pieza musical, todas versionadas a ritmo de conga que, vale decir, suenan muy bien.

De eso se trata, de un pueblo aferrado a celebrar la fiesta de San Juan aunque San Pedro ordene a las nubes llorar sobre la villa. De las ocurrencias surgidas a manos de dos trompetistas que, en medio del chubasco a mitad de paseo el sábado en la noche, comenzaron a “batirse” en duelo. Cada uno desde una esquina retaba a su adversario a superar los acordes impuestos por la trompeta. La disputa terminó sin ganadores porque todos volvieron a sus puestos para seguir el recorrido cuando escampó.

Pero algo falta. Lo sé, siempre hay un “pero”.

No logro olvidar las anécdotas narradas por mi abuelo de aquella Trinidad cuyos barrios se engalanaban en cada fiesta sanjuanera, gracias al ímpetu de los vecinos que aportaban cuanto podían para regalarse a ellos mismos, y regalarle a la ciudad, unos carnavales a la altura de la significación misma de esta celebración popular.

Persisten en mi recuerdo las descripciones del “Barrio de los Indios”, liderado por Conchita Téllez, en la calle Boca; el “Barrio de la Torre”, donde un año colgaron de un extremo al otro de la calle tapas de las laticas de leche condensada para cuando el viento las acariciara, sonaran de forma diferente-a más lejanía una de otra el sonido era más fino- y ofrecían al jolgorio una sinfonía atípica pero encantadora; o el “Rincón del Amor”, desde la confluencia de las calles Gutiérrez y Rosario hasta la esquina de Desengaño, donde terminaba con un cartel de mensaje muy sugerente «Aquí se acaba el amor», porque justo en esa esquina estaba la Funeraria.

Cuentan los ancianos que en los ’60 Germán Pinelli visitó estos lares con motivo de las fechas, llegó a un barrio periférico y detuvo el carro ante el aroma exquisito que le llegaba de no sabía dónde. Cuando caminó por las calles de tierra advirtió que los habitantes de la zona resolvieron cubrir la fealdad de las oxidadas cercas con rosas, claveles y azahares, para “vestir” su territorio como los ubicados en las principales vía de Trinidad, y el locutor cubano sucumbió ante aquellos perfumes brotados de las flores.

Añoro distinguir zancudos, las Mascaritas-también conocidos como Disfrazados o Aburridos-: personas con caretas o antifaces disfrazados voluntariamente para salir por las calles; las comparsas con más brillo como la tan renombrada de Muñoz; carrozas de mayor estética, no tiradas por un tractor con una imagen descuidada cuyo motor puede detenerse en medio de la calle y terminar con el recorrido de la noche.

Aspiro a ver resurgidas estas ideas acompañadas de otras tantas iniciativas emergidas desde el interior de la ciudad, cuyos habitantes constituyen los protagonistas de estas jornadas. Aquellas ideas que dieron fama a esta localidad en materia de carnaval en la década del `60. Ese ánimo entre las personas por mantener en secreto el tema de su barrio para garantizar el primer puesto en la competencia. Nada demandaba de grandes recursos- vocablo pertinente para justificar la apatía y los pocos deseos de hacer -, pues todo nacía de las ganas, no de suntuosas sumas de dinero.

Ojalá termine la costumbre de asociar esta celebración como pretexto para pasarse de tragos y propiciar altercados absurdos. 

He asistido a las Parrandas de Remedio, de Vueltas, las tradicionales “pugnas” entre el Bando Azul contra el Rojo en Majagua, Ciego de Ávila… En no pocas oportunidades siento envidia del ánimo de sus moradores para evitar la pérdida del patrimonio intangible de su territorio, que conforman la identidad cultural de esta Isla.

Soy demasiado joven para defender recuerdos de una época que no me pertenece, pero si tantos criterios apuntan a la desaparición paulatina del espíritu carnavalesco en Trinidad, algo de cierto debe existir en los comentarios.

Este año hubo bombos, para suerte de todos, pero persisten memorias que urge revivir para disfrutar de  unos carnavales como Trinidad lo merece. Solo entonces, tal vez retome el tema y este post tenga una segunda parte donde aparezcan los platillos ausentes esta vez.

16 Respuestas a “Con bombos pero sin platillos

  1. Que alegria poder compartir desde tu articulo esos ricos carnavales Trinitarios, me has hecho recordar como cada martes, los lindos tiempos vividos alli, recuerdo como por cada cuadra entregaban las laticas en forma de banderitas y todos ayudabamos a hacer los cordeles para ponerlos a todo lo ancho y largo de la cuadra y en cada poste de la electricidad se amarraban hojas de palmas y caretas, en las mananas salian los disfrazados en las congas, que algunos ninos les tenian miedo, luego en las noches se sentian la alegria de las comparsas y la musica de las carozas, ya depues de algunois anos, cuando ya creci, jajaja me encantaba ver a Guillo Lopez EPD arrollando detras de la comparsa, y ver la competencia de las muchachas postuladas para Estrella y sus luceros, ir a la improvisada Fonoteca en el patio delantero de la escuela Republica de Cuba y la Iglesia, que anos mas tarde era en la calle Borrell, en fin cuantos alegres recuerdos que pudieramos estar ratos contando, pues tambien habian travesuras, jajajaaa. Gracias Carly…

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    • Ya verás, Marlene, cómo podremos compartir más de esos recuerdos tan agradables todos los martes. Como cada semana te agradezco tu constancia con esta Isla nuestra y por enriquecer el post con tus experiencias. La memoria de mi abuelo es fabulosa y crecí oyéndolo hablar, entre otras cosas, de los carnavales. Conservo una foto de él ayudando en la decoración del Rincón de Amor. Mi etapa fue ya cuando la discoteca estaba en Borrell. Todavía se mantiene ahí aunque ahora hay más opciones en Artex y la Plaza Cultural. Yo también espero que, al menos, se mantengan estos «bombos» para seguir arrollando detrás de la conga, como tanto me gusta hacerlo y como lo hice, de hecho, este sábado en la noche. Descuida: el próximo año arrollo por los dos jajaja. Un beso grande para ti.

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  2. QUE ENVIDIA POR NO PODER ESTAR EN LOS CARNAVALES!!!! SALUDOTES D ESDE ACA.
    EL CLAN D E BROOKLYN

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    • Está de más decir que si hubieses estado, me acompañabas a arrollar detrás de la comparsa y a entrar a la plaza, entre el Poder Popular y el Parque Céspedes, junto a una multitud jajaja. Dile a Yaimi que la Yuli y el Robe también estaban ahí como los primeros. Un beso para todos los miembros de ese clan de la familia.

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  3. carli ahora me recuerdo el famoso «vienen los carnavales,los aparatos, los carritos para los ninos» pero creo que ya ni eso es tan bueno como cuando empezaron recuerdo la primera ves que pusieron frente a republica de cuba la famosa «batidora» jajjaja terminabas con el almuerzo o desayuno en la garganta pero como nos gustaba. espero que algun dia podamos ver todo aquello que nos cuentan los mas viejos y que segun ellos eran emocionante cuando llegaban los carnavales.tuve la oportunidad de estar en chambas una ves y es muy bonito lo que hacen ojala alguien en nuestra villa quiera recuperar lo que hemos dejado en el olvido.un beso y muchas gracias por cada martes…muaaa

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    • Ani: yo recuerdo que al salir de la escuela todos íbamos corriendo para allá. Personalmente me monté en la batidora- en mis tiempos se le decía saca tripas- y el hombre tuvo que detener aquella máquina de los gritos que empecé a dar!!!jajaja. Al final no sé quién estaba más asustado: si yo o él, por miedo a que me diera un infarto cardíaco allá arriba. Me gustaba más la estrella y los carritos estilo bici-taxis.
      Nunca he estado en Chambas, tengo que planificármelo…
      Ya verás cómo los carnavles mejorarán poco a poco y Lucas y Nicolás podrán montar también en el saca tripas, aunque ellos no van a ser tan miedosos como su tío postizo jajaja. Un beso para todos y gracias por leerme y dejarme tu comentario…TQM 🙂

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  4. Carli me gusta tu texto, no solo por todas las razones que te asisten para escribirlo sino porque cada vez me parecen de mejor calidad. La prensa cubana amén de otras cosas adolece de demasiadas florituras provincianas en vez apostar por la valentía, el lenguaje directo, la sagacidad, y la audacia. Me gusta mucho este post.
    De los carnavales? que te puedo decir….recuerdo cuando pequeña, muy pequeña me encantaban los diablitos, y las carrozas con sus serpentinas. También recuerdo que los tejedores de yarey hacían unos sombreritos que les llamaban pachanguitas y que todos los niños llevabamos. Sin hablar de tiempo atrás de los bandos azul y punzó y la comparsa de Muñoz.

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    • Gracias, Rayma, por tus elogios. Siempre trato de no bajar la guardia en la Isla nuestra, en cuanto a estilo. Es un compromiso para no defraudar a quienes como tú, me dedican parte de su valioso tiempo para leer estas líneas virtuales. Muy interesante lo de las pachanguitas. En mis tiempos eso ya no existía… agradezco a mi abuelo todos sus recuerdos porque comprendí que aunque se ha hecho mucho, todavía podemos hacer más para que estas fechas sean todo un acontecimiento!
      Muñoz, el bisnieto del dueño de la comparsa, añora con volverla a sacar. Desde ya le comenté cuenta con mi apoyo… ojalá y se haga realidad.
      Gracias otra vez, te espero la próxima semana, Saludo para todos.

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  5. Carli, agradece a San Juan al menos por los bombos. En otros lugares, como la Sagua de mis nostalgias, ni siquiera eso. Ni bombos ni platillos, solo aparatos que desafían la gravedad y el bolsillo. También a mí me encantaría ver resurgir de sus cenizas las glorias de los carnavales de antaño, cuando la gente tomaba cerveza en pergas -mira eso, nunca había escrito la palabra- y no habían riñas tumultuarias en las pipas. Con o sin carnavales, aquí sigo yo, pegada como una rémora a tu blog, jejeje. Besos.

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    • Es verdad, Gi, que siempre hay alguien peor que nosotros. Ahora que compartes la suerte de tu Sagua natal en tema de carnaval, puedo sentirme dichoso. Todo un orgullo que esta página sea el primer sitio donde has tecleado la palabra perga.
      Esperemos y estas fiestas renazcan. Yo me aferro con uñas y dientes a que tanto Sagua como Trinidad, y tantos otros lugares de este archipíelago, merecerán los carnavales que merecen y que sus pobladores cambiarán las riñas tumultuarias en las pipas. como bien dices, por arrollar detrás de la más contagiosa conga. Gracias por leerme. En una horitas me llego a tu Cuba profunda.
      Otra cosa: no te vayas nunca , quédate pegada como una rémora a esta Ista nuestra para siempre. Un beso.

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  6. carli, a pesar de mi edad, pocos recuerdos tengo de los carnavales de mi niñez, pero si siempre tendre presente , a un señor que se llamaba Pastory le deciamos pastorcito que cada año se disfrazaba de calavera, era un traje muy pobre, pero muy original, todo negro y con todos los huesos del cuerpo humano pintados, a pesar de quecada año lo veia, le tenia terror……. tambien a mi hermanoi vestido de diablito todo de rojo ylos tarros negroa y la cola, en los tarros y las alas llevaba cascabeles, ese traje, hecho por emelina , la esposa de pepillo, que tocaba yrompeta en la bnanda municipal y que fueron nuestros vecinos por muchos años, bueno, pues ese traje tambien lo usaron hecti y joe, creo la masscara todavia existia. me alegra inmensamente escribas sobre nuestras costumbres y tradiciones trinitarias.. un besote.

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    • Isa: Un tin tarde pero seguro. Ya te hanrán contado que estaba de viaje… me encnata cuando comparten estas anècdotas tan íntimas con nosotros-y digo nosotros-porque esta Isla nuestra es una gran familia. Me imagino a Hecti y Joe con el traje de diablito!!! aunque, en el caso de Hecti, mucho difraz no necesitaría…jajajaja.
      Realmente, las estampas en los carnavales eran muchas, a tal punto que no me alcanzarían las páginas virtuales de este blog para terminar de escribir, pero este año sí tuve la satisfacción de ver algunas resurgir del olvido y, según escuchaba mientras arrollaba en la conga, el pueblo lo agradecía. Un beso para ti y gracias una vez más por llegarte a este espacio que siempre tiene las puertas abiertas para quienes pongan en nuestras manos recueros como este que nos regalaste hoy.

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  7. Hector Betancourt

    Hola Carli, que decirte despues de tantos elogios, eres muy bueno recreando tu comentario y como dice Marlen, lo vivo desde la lectura, una de las cosas que me vienen a la memoria al decir que arrollaste detras de la conga, es el ultimo año que arrollamos detras de una conga (aun eramos estudiantes universitarios) y claro veniamos aTrinidad el fin de semana y nos reunimos en la casa de tu mama, ( la de la calle de Mercedes) Leidy, Evelio, Galy, Silvia y yo, para arrollar en la comparsa de Blas Puig, y recuerdo sus trajes y su estribillo…. flores, flores ya vienen los muchachos vienen regando flores. si me acuerdo como si lo viviera, tu mama puede dar Fe de ello. que bien la pasamos, al igual que en las parrandas de Remedio. madre mia que tiempos aquellos!!!!! ademas de aquellos kioscos que hacian por cada empresa, la papelera. la pesca, la fabica de cigarros, etc y que vendian las famosas «cajitas» pues como la de los cumples, ja ja, me acuerdo que eran a 3 pesos, unas con congri y puerco, otras con arroz blanco chicharritas y pescado , bueno las pergas de cervezas, la «fonoteca» que asi la llamamos hasta que me vine, ¡que recuerdos , Carli !!!! y claro de mas niño, los difraces y como bien recuerda mi madre, me ponia ese traje de diablito, que herede de mi tio Fermincito y que era maravilloso, daba miedo de verdad, yo asustaba mucho a Mireyita y Lourdes Esther, mis vecinas y sobre todo Mireyita se » cagaba» literalmente, jaja que bonito, que infancia y que juventud tan feliz, no existian esa broncas que hay hoy, no digo que no las hubiera, pero eran otros tiempos, que ya pasaron , pero que conviene recordar……!!!!! un beso grande mi niño y GRACIAS CON MAYUSCULAS» por esa pincelada del carnaval Trinitario….

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    • Hecti: Al menos estas letras te acercan a tu tierra, pese a la distancia, qué bueno que esta Isla te despierte las memorias! ¿Sabes? Según noto en tu comentario, eso de arrollar detrás de la conga es herencia de familia, yo lo heredé de mami y de ti porque me encnata y no puedi resistirme al sonido del clavo en el metal y el roce de los dedos con el cuero del tambor para ponerme a bailar. Créeme que no pocas personas de color, me miran extrañados jajaja, pero sí, arrollo como el mejor!!!
      Las imágenes han cambiado un poco como habrás notado, los kioskos ya no son como tu nos describes pero el espíritu fiestero sí sigue en pie, a pesar de todo. Yo salí con mi grupo de amigos y la pasamos super! así que ya ves, otra coincidencia que nos une: el amor a la tradición, el sabor del baile y la diversión carnavalera y el amor a esta Trinidad que, aunque este año tuvo unos carnavales de «lujo», merece unnos «de escándalo» Un besote

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  8. Clara Marina Hernández López

    Carli verdad que leerte le hace a uno pensar y tratar de recordar aquellos tiempos vividos….mi mente bastante lenta y mala, pero doy gracias a Dios porque puedo leerte y hasta pensar en momentos vividos, en lso antiguos Carnavales Trinitarios, que muchas veces me disfracé con mi tia Lolita López que vivió en la calle de Gloria y el esposo de la mulata que la hija es dueña de la casa donde hoy Renecito tiene el Bar en la esquina de Rosario y Gutierrez , era tintoreo y creo le decían Palillo , ese tambien se disfrazaba, yo cuando era niña me impresionaban mucho las personas disfrazadas y tenía mi miedito, no puedo contarte mucho pues de los nombres no me acuerdo y así no me gusta escribir, pero lo que quiero decir con esto que es maravilloso lo que haces , hablar cosas que se han olvidado de nuestra Villa Trinitaria, no pierdas el rumbo y te ánimo de todo corazón a continuar…..un abrazo y un beso

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    • Pensaré seriamente en entrevistarte cuando llegues jajaja. Es que tus historias son fabulosas. No te preocupes por las formalidades de los nombres, aquí en esta Isla nuestra todos los criterios valen, así sin tanta elaboración. Se trata de compartir juntos, Clara, como tú lo has hecho hoy a través de tus viviencias. Gracias una vez más. Besos desde tu tierra.

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