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Encomienda en la esquina

Encomienda en la esquinaCarnaval en la ciudad. La música resonaba en la plaza y sus carpas aledañas. La gente, ávida de disfrutar sin que el bolsillo sufra demasiado y enajenarse de esa maquinaria feroz que es la cotidianidad, gozaba de lo lindo.

Unos hacían gala de sus dotes de jinetes, bailaban, comían o compraban chucherías; otros llevaban a sus hijos al área donde plantaron los castillos inflables, bicicletas hechas de hierros torcidos, un toro mecánico que más bien parecía un alienígena con dos tarritos en la cabeza, y cuanto aparato pueda surgir de la imaginación del cubano para recaudar “unos pesitos”, que yo traduzco en pequeñas fortunas a juzgar por el precio de cada vuelta.

En las esquinas estaban ellos, trabajando. Varios custodiaban la zona asignada; algunos veían el paseo de las carrozas o la gente detrás de las comparsas con esa mirada de quien quiere pero no puede. Otros asomaban la cabeza hacia la esquina donde se vendía la cerveza.

Supongo debieron contener las ansias durante horas, luchar contra sus demonios, debatirse entre el bien y el mal, hasta vencer la tentación o ceder al deseo, como sucedió al final. Delirantes y sedientos se refugiaron en aquella esquina oscura y esperaron a que pasara alguien con cara de buena gente.

A lo lejos venían dos muchachos, de esos que no se meten con nadie. Uno de los uniformados interceptó a los dos jóvenes y les indicó acercarse.

-Buenas noches -dijo uno con tono de jefe.

-Buenas noches- respondieron los muchachos.

Silencio (ese silencio que provoca frío en el estómago).

– Hace falta que… -empezó otra vez el que tenía tono de jefe.

– Que, ¿qué?

– Hace falta que… hace falta que… ( y cambió el tono, empezó a hablar rápido, mientras sacaba un billete de $10 MN) Hace falta que vayan y nos compren dos cervecitas, compadre, que nosotros no podemos ir porque estamos trabajando. Y ¡de madre que tú veas eso ahí (se refería al dispensador ubicado a menos de tres metros) y no puedas darte ni un buche porque si nos cogen nos “parten” las patas!