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Desde la Montaña Vieja

Desde la Montaña ViejaSi escribiera un libro con las anécdotas de cada uno de sus viajes, hoy día viviría de los derechos de autor, sin lugar a dudas. Seis décadas marcan su calendario, pero tiene el espíritu de un universitario.  

A sus 60 años se regaló un viaje a Machu Picchu. Recorrió cuanto sitio pudo, en tanto el tiempo le permitió. El centro, los alrededores de Lima, Cuzco, entre otros puntos geográficos conformaron las  14 carpetas repletas de imágenes para documentar el periplo y que más tarde me servirían para admirar la arquitectura de esos parajes, los trajes típicos, las artesanías… a través de la clarividencia de su lente.

La escalada rumbo a las alturas del promontorio rocoso resultaba el clímax de la aventura. Aunque meses atrás rebajó unas libras para enfrentar el momento, de seguro imploró a cuanta deidad conocía la fuerza necesaria para llegar al final cuando se vio en el punto de arranque. Mientras más se acercara la meta el frío arreciaría despiadadamente, él lo sabía, pero valía la pena: caminar por el poblado andino inca edificado en tiempos de las antiguas civilizaciones era su sueño y lo logró.

Posiblemente en la cima sintió el mismo deslumbramiento del empedrador inca Pachacútec en el siglo XV, cuando el monarca hizo suyo el territorio donde ordenó erigir un complejo de edificaciones sin precedentes, signado por la opulencia. Quizá su alma experimentó una sensación inigualable de libertad, plenitud…

Ahí estaba, en la cúspide de una de las siete maravillas del mundo moderno, tras varios días de caminata, acompañado de su hija…celebrando sus 60 primaveras.

Meses después regresó a Trinidad, compartió con nosotros-como en tantas otras ocasiones- el baúl de fotografías digitales del recorrido y escuchamos sus crónicas de viaje.

Días más tarde, sentado frente a la computadora, me dispuse a recorrer otra vez Perú de la mano de sus imágenes. Al final de la carpeta, mezclado con otros videos, uno decía “Pidiendo por mis amigos”. Tal vez lo había copiado por error con la premura típica de los viajes en ese intento de no olvidar nada, pensé. Pero no, la grabación estaba en el sitio correcto… porque mientras admiraba el verdor de aquel paisaje andino él recordó a sus seres queridos.

Nada dijo… solo adjuntó el video al final de la lista de carpetas.

Ahí estaba yo, sobrecogido mientras escuchaba sus palabras porque lejos estaba de imaginarme que al borde de Machu Pichu- Montaña Vieja en nuestra lengua- un amigo mencionaba mi nombre, el de mi familia y nos hacía partícipes, de manera especial, de aquel momento sagrado.